Desde 1992, la diseñadora gráfica Silvia Izi organiza campañas artísticas contra la violencia y el racismo con alumnos de diferentes edades. Entretanto ya han participado más de 100 escuelas de todos los estados federados. Los alumnos exhiben sus trabajos en espacios públicos de su ciudad. Además, se seleccionan trabajos que son presentados en una exposición itinerante que recorre toda Alemania
Hacia fines del verano septentrional de 1992, los incidentes xenófobos habían aumentado de manera sumamente alarmante, aunque pueden rastrearse antecedentes similares ocurridos a principios de la década del ochenta. Con creciente frecuencia, la prensa informaba sobre atentados incendiarios contra las residencias para solicitantes de asilo político. Las imágenes televisivas de jóvenes violentos munidos de bastones que tiraban piedras, gritaban consignas nazis y parecían llenos de odio y furia generaron indignación y miedo. Resultaba alarmante la desvalida inacción de los políticos; daba miedo que mientras atacaban a extranjeros indefensos los jóvenes fueran alentados por adultos de su vecindario que se quedaban mirando, como ocurrió en Hoyerswerda o en Rostock-Lichtenhagen. El incendio intencional de la residencia para solicitantes de asilo de Rostock-Lichtenhagen pareció ser el punto culminante de los criminales atentados xenófobos, pero la violencia juvenil tuvo una nueva escalada en los ataques incendiarios de noviembre de 1992 que derivaron en la muerte de ocho mujeres turcas entre las llamas, en su mayoría niñas y adolescentes.
De manera bastante espontánea, tuve la idea de acercarme a distintas escuelas para hacer algo desde el ámbito artístico que se opusiera a la creciente brutalidad contra supuestos extraños. Mi intención era crear una campaña de imágenes que tomaran partido contra la violencia y la intolerancia. Estaba consciente de que la escuela no puede hacer desaparecer este tipo de problemas; pero sí puede reaccionar ante ellos, recurriendo a formas de expresión adecuadas para los niños. No se podía volver atrás y borrar los atentados xenófobos, pero sí evitarse que fueran tolerados con resignación y que todo siguiera como si nada. Los políticos ya habían dado suficientes discursos para expresar su consternación sin que nada hubiera cambiado.
A mediados de 1992, escribí a 20 directores de escuela para invitarlos a participar del proyecto "Alumnos pintan contra la violencia y el racismo". A los dos meses, recibí cerca de 400 dibujos y pinturas enviadas por doce de las escuelas convocadas; las presenté en una feria de arte en el centro de Ludwigshafen a principios de diciembre. Entusiasmada por la gran cantidad de participantes y por la repercusión sumamente positiva en la opinión pública, amplié la acción a todas las escuelas secundarias de Renania-Palatinado y envié volantes a aprox. 350 instituciones escolares. Más de 50 escuelas respondieron haciéndome llegar unas 3.000 obras en el curso de los cuatro meses siguientes. Después de seleccionar 1.150 cuadros, los expuse en la municipalidad y en la biblioteca pública de Ludwigshafen.
En los años siguientes, otras escuelas adhirieron al proyecto; entre otras ciudades, instituciones de Maguncia, Dessau, Weimar, Erfurt, Mannheim y Kaiserslauten y muchas otras localidades. La exposición iba creciendo y era actualizada permanentemente; donde se la presentara, convocaba a un gran público y generaba debates tanto entre los concurrentes como en los medios de comunicación [véanse Imágenes y Documentos]. Por lo visto, los cuadros de los jóvenes dan lugar a la reflexión y a cambiar el enfoque.
El proyecto que comenzó hace más de cuatro años con doce escuelas de Ludwigshafen ha ido creciendo considerablemente hasta el día de hoy y se ha transformado en una exposición itinerante que se presenta en toda Alemania. Alrededor de 4.000 alumnos de 8 a 18 años de más de 100 escuelas en seis estados federados han participado de la campaña "¿Quién, sino nosotros?". Hasta la fecha, la exposición se presentó en 26 localidades. Para exhibir la muestra, se eligieron espacios públicos muy frecuentados, como municipalidades, reparticiones regionales o bibliotecas municipales: es la mejor manera de lograr la interacción deseada entre la escuela y la opinión pública. Proyectos de este tipo dan sentido concreto a la noción de aprendizaje para toda la vida. A lo largo del tiempo, pudo mantenerse también el criterio de presentar la exposición únicamente en aquellas localidades donde los jóvenes participaran del proyecto a través de las escuelas locales. Esto permite ir ampliando y enriqueciendo permanentemente la muestra; de esta manera, se logra una confrontación constante y a largo plazo con la temática como así también una permanente actualización. Uno de los propósitos más importantes sigue siendo la activa participación de la mayor cantidad posible de jóvenes.
Los organizadores relatan que la muestra ha sido visitada por divisiones escolares acompañadas por sus docentes y que los alumnos se quedan discutiendo delante de las imágenes, que en sus cuadernos de apuntes anotan ideas o esbozan dibujos sobre lo visto y oído. Hasta los alumnos de jardín de infantes se interesan por los cuadros y dibujos. Una maestra jardinera de las afueras de Ludwigshafen me llamó para contarme que tras visitar la muestra, organizó una acción similar; colgaron los cuadros en el jardín de infantes e invitaron a padres, parientes y amigos a la "inauguración". Fue tal el entusiasmo ante las obras tan creativas de sus hijos que un grupo de padres se unió espontáneamente para dar clases de apoyo a niños extranjeros.
Las imágenes creadas por los niños también parecen haber impresionado a un alumno italiano proveniente de Verbania que estaba cursando el bachillerato. En una carta que escribió al intendente de Ludwigshafen señalaba: "Le escribo porque quiero iniciar una investigación sobre la xenofobia. Quiero demostrar que también los alemanes luchan contra el odio a los extranjeros. ... En enero de este año estuve en su ciudad y vi los dibujos que los niños de una escuela habían hecho sobre el tema; eran exhibidos en la entrada al Centro Municipal y me parecieron muy lindos y expresivos... Quiero hacer conocer su trabajo y sus esfuerzos en Italia."
"No podemos estar manifestando permanentemente en las calles, pero si nuestras imágenes se pueden ver todo el tiempo en esta exposición itinerante, el efecto es como el de una movilización". Ocuparse con intensidad de la violencia y el racismo lleva a una mayor sensibilidad. El trabajo con recursos artísticos permite encontrarse con lo inconsciente. Los mejores efectos de esclarecimiento se logran cuando se conversa sobre las imágenes terminadas y se debate sobre los contenidos y la mejor manera de representarlos. Tal vez los cuadros y dibujos no detengan a los violentos, pero contribuyen a mantener viva la memoria y a unir y dar fuerza a los que comparten convicciones pacíficas. "¿Quién, sino nosotros?" no es un proyecto concluido, sino una obra en progreso con el que habré de continuar mientras los extranjeros sigan siendo atacados en mi país o se sientan amenazados.
Bajo el título "¿Quién, sino nosotros? - Imágenes de alumnos contra la violencia y el racismo" se publicaron en el año 1996 una documentación de este proyecto, ilustrado con las imágenes más impactantes seleccionadas por un jurado especializado. El libro fue publicado por la editorial Herman Schmidt Verlag Mainz. Su propósito es alentar a docentes y padres a acercarse a esta compleja temática a través del arte tanto en las escuelas como en los hogares. También constituye una demostración para los especialistas de que la fuerza de las imágenes no disminuye en tiempos de su reproducción electrónica. Algunos ministerios de Cultura recomiendan expresamente este libro para todas las escuelas y edades.