Alarmados por informes sobre el deterioro que afectaba al antiguo campo de concentración de Sachsenhausen, alumnos de escuelas de formación profesional de Bremen, viajaron hacia el complejo que en la actualidad es un memorial. Los alumnos reconstruyeron los muros, renovaron las ventanas de la antigua cocina de los prisioneros y restauraron el interior de los edificios. A medida que llevaban adelante su trabajo, los jóvenes se sumergieron en la historia del antiguo campo de concentración y de quienes lo habitaron.
Desde hace varios años, el Centro Escolar Alwin-Lonke-Strasse en Bremen participa con sus aprendices de formación profesional de oficios de la construcción, en el saneamiento del antiguo campo de concentración de Sachsenhausen, en el marco del proyecto de la "semana de trabajo". En 1994 y 1996, los alumnos de escuelas de formación profesional condensaron sus experiencias en un trabajo bajo el título "Aprender y trabajar en el antiguo campo de concentración de Sachsenhausen". El siguiente texto fue extraído del informe de los jóvenes sobre el viaje realizado en el contexto del proyecto en 1996.
Fase de planificación
Lleno de sentimientos encontrados, en el verano de 1996 emprendo el camino hacia las clases que considero más relevantes en la escuela de formación profesional. Mi intención es presentar el proyecto "Aprender y trabajar en el ex campo de concentración de Sachsenhausen".
¿Podré explicar los objetivos del proyecto, la relación entre nazismo, extremismo de derecha, xenofobia y violencia? ¿Podré acceder a los alumnos como en el año anterior? ¿Es que algunos de ellos se motivarán con el proyecto?
En cada clase vislumbro caras escépticas, cierta dosis de aburrimiento, pero también preguntas que surgen de un auténtico interés: "...¿qué sucedió en el campo de concentración? ¿Todos murieron en la cámara de gas?... Seguramente habrían cometido algún delito, según mi padre; ... mi abuelo podría tener sentimientos de culpa, pero no yo...".
Intento dar un orden a la historia, situar los años, señalar la relación con las corrientes actuales y, con el apoyo de imágenes y textos, encuentro cada vez más eco en la audiencia.
Al finalizar mi recorrido por las clases, que muestran variados grados de conocimientos en torno a la época del nazismo así como diferentes opiniones sobre la temática de los extranjeros en Alemania, hay una cantidad impresionante de aprendices dispuestos a participar del viaje en el marco del proyecto (aproximadamente 35 inscripciones).
Llegado este punto, la cuestión es convencer a las empresas para que otorguen permisos a sus aprendices, obtener recursos financieros y donaciones, resolver el alojamiento, acordar las tareas de saneamiento con los centros conmemorativos y conseguir las herramientas y materiales de trabajo adecuados.
Al comenzar las clases después de las vacaciones de verano, cuando aún faltan un mes para la semana de proyectos que cada año se lleva a cabo en nuestro centro escolar, las tareas preliminares más importantes están resueltas.
Algunos días antes del comienzo del proyecto nos reunimos todos los participantes: aprendices de los oficios de albañil, azulejista, carpintero, barnizador, dibujante de obra y dos docentes. En esa última charla preparatoria nos ponemos de acuerdo respecto de los próximos días, cuyo significado habrá de trascender el de una mera excursión escolar.
Hacia el mediodía del domingo 8 de septiembre de 1996, viajamos con 18 aprendices a un Centro de Capacitación de Jóvenes de la Confederación Alemana de Sindicatos en Flecken Zechlin, ubicada a unos 60 km. al norte de Oranienburg-Sachsenhausen.
A la noche nos reunimos nuevamente. Se definen responsabilidades con respecto a las viandas diarias que hay que llevar, los materiales y herramientas, etc. Además se acuerda la división en los grupos que registrarán las impresiones de cada día transcurrido en el memorial. Como introducción al tema de nuestro proyecto y como preparación para el primer día en el ex campo de concentración vemos un documental televisivo sobre la visita de un curso escolar al memorial, titulado "Las flores de la maldad", y una película producida tras la liberación por el ejército soviético. Esta es la última hora de clase "común" que remite al desarrollo de un curso tradicional.
A la mañana siguiente, las condiciones climáticas - factor por demás importante para nuestro tipo de actividad- son ideales para motivar a los participantes; se mantendrán así en los días siguientes de trabajo. A lo largo de la hora y media que dura el viaje hasta el memorial, reina una atmósfera de tensa espera:
-¿Qué expectativas hay respecto de nosotros? - ¿Podremos manejar y llevar adelante el trabajo planificado?- ¿Cómo es el campo de concentración hoy?
Inmediatamente tras la llegada al ex campo de concentración, y después de unas palabras de bienvenida a cargo del señor. Hoffmann, del servicio de visitas del memorial, nos dirigimos a nuestras respectivas estaciones de trabajo. Las tareas de saneamiento de este año se harán en uno de los muros del edificio, que tiene formato triangular, y en las ventanas de la antigua cocina de los prisioneros.
Como es natural, en un primer momento predomina un espíritu de extrema laboriosidad; todos están sobremotivados, cada uno quiere hacer inmediatamente todo, algunas cosas deben improvisarse. En el transcurso de las primeras horas se aplaca la hiperactividad. De acuerdo al nivel de formación alcanzado, cada aprendiz trabaja en su área y según sus capacidades. Los albañiles, azulejistas y carpinteros continúan los trabajos iniciados años anteriores, arreglan paredes agrietadas y renuevan los revoques de los muros; los barnizadores y pintores, entre ellos también mujeres, sanean los marcos de las ventanas. Este trabajo resulta sumamente difícil. En primer lugar deben removerse por completo los restos de pintura vieja; recién después puede continuar el proceso, trabajándose con espátula y lima. Una tarea ardua y tardada.
Pero no sólo es cuestión de hacer trabajos manuales. Antes del mediodía parte el primer grupo a recorrer por su cuenta el terreno del ex campo de concentración, a observar los edificios y construcciones que aún existen y a conocer la historia del campo en los dos grandes salones de exposiciones.
Las impresiones y experiencias se registran en un informe cotidiano elaborado cada día por un grupo [ver Documentos].
En los tres días siguientes se continúa con el trabajo iniciado. De los aprox. 700 m de pared, se reparan alrededor de 100 m de modo que pueda resistir los fenómenos climáticos. Finalmente no se llegaron a finalizar todas las tareas en las siete ventanas sobre las que se trabajó intensamente, pero los marcos de madera no sufrirán mayores deterioros hasta que reciban la última mano de pintura al año siguiente.
El jueves al mediodía se da por terminado el trabajo previsto para este año, y queda por delante la visita a Berlín, a sólo 20 km. de distancia.
El señor Hoffmann, quien el día anterior nos acompañó a recorrer el campo y nos informó sobre su historia y estructura, agradece una vez a todos los participantes por el trabajo realizado, que constituye un verdadero aporte a la conservación del ex campo de concentración como sitio conmemorativo.
Al día siguiente se lleva a cabo la reunión de cierre en el Centro de Capacitación de Jóvenes. Los grupos presentan los informes diarios. En la charla grupal se debate sobre las experiencias e impresiones vividas en los días anteriores, y cada participante realiza un registro escrito sobre lo expuesto.