Sobre la base de dibujos de prisioneros, de documentos de la SS y de relatos de testigos de la época, estudiantes de Baja Sajonia desarrollaron una exposición sobre los procedimientos de ingreso en cinco campos de concentración. También crearon sus propios objetos artísticos para honrar la memoria de las víctimas y de sus padecimientos. La muestra se inauguró en 1996 en la escuela comprensiva de Stuhr y luego fue presentada en otras instituciones educativas.
En las vacaciones de verano del año 1995, alumnos de la escuela integrada Kooperative Gesamtschule (KGS) Stuhr de Baja Sajonia viajaron en pequeños grupos a los sitios conmemorativos en campos de concentración de Dachau en los alrededores de Munich, Buchenwald cerca de Weimar, Ravensbrück al norte de Berlín, Neuengamme, cerca de Hamburgo y Hannover-Ahlem. Los estudiantes querían entender el proceso de denigración del ser humano que se iniciaba al llegar los prisioneros a los campos de concentración, cuando eran transformados en números. El personal de los archivos brindó apoyo a los estudiantes. Un numero inusitadamente grande de dibujos y relatos da cuenta de la gran importancia del ritual de llegada.
Al comenzar el año lectivo, se realizó la evaluación de lo investigado en el marco de un proyecto en la asignatura Religión protestante del nivel superior del bachillerato. La participación era voluntaria y exigía un gran compromiso de parte de los quince alumnos. El objetivo del proyecto era elaborar con los documentos reunidos una exposición itinerante denominada "Del nombre al número".
La idea había surgido durante una visita al sitio conmemorativo de Buchenwald; la exposición se planificó conjuntamente con Bernd Gempe, uno de los pedagogos del memorial. Ante nuestra consulta, aportaron materiales complementarios los archivos del Museo Estatal de Oswiecim (Auschwitz), del Instituto de Historia Contemporánea de Munich, de los sitios conmemorativos de Bergen-Belsen y Sachsenhausen como también los Archivos Federales de Coblenza y Potsdam. En ocasión de una visita al memorial de Bergen-Belsen, su director, el Dr. Thomas Rahe, introdujo al grupo en la problemática de cómo manejarse con testimonios de la época y dibujos de prisioneros.
En clase, los alumnos redactaron textos informativos sobre el ritual de llegada al campo basándose en bibliografía especializada. En conjunto, ordenaron los documentos de la SS y los dibujos de los prisioneros según el momento del proceso al que correspondían. También seleccionaron citas de los relatos literarios que reflejan las vivencias y los sentimientos de los prisioneros. En pequeños grupos, reconstruyeron las condiciones específicas de la llegada a los cinco campos de concentración.
Los resultados fueron representados en paneles. Tras una estadía de varios días en el centro de encuentro para jóvenes de Buchenwald, los alumnos crearon objetos artísticos que complementan la exposición. Para averiguar detalles sobre la llegada a los campos, los alumnos establecieron contacto con varios sobrevivientes.
La muestra fue inaugurada en junio de 1996 en el colegio KGS Brinkum. Consta de tres partes que reflejan desde distintas perspectivas el calvario que recorrieron esas personas que se transformaron en números del campo de concentración. La primera sección muestra el ritual de deshumanización al llegar los prisioneros. La segunda parte da cuenta de los rasgos específicos de dicho ritual en los cinco campos de concentración. En la tercera parte, se presentan testimonios de sobrevivientes.
Denigrar a los prisioneros para transformarlos en números facilitaba a los victimarios el asesinato sistemático y el procesamiento a escala industrial de los seres humanos. Al llegar a los campos de concentración, la SS privaba a las personas de su libertad, su ropa, sus pertenencias, sus cabellos, su dignidad y su nombre. El ritual del comienzo ya apuntaba hacia el final: la muerte.
Documentos de la SS exhibidos en la primera parte de la muestra dan prueba de la denigración; son comentados por dibujos y citas de los prisioneros que devuelven visibilidad a los individuos.
De manera fría, burocrática y funcional, las fotos y los documentos de la SS muestran la llegada a los campos de concentración. Un remito de la Wehrmacht sobre los transportes silencia el sufrimiento y las muertes ocurridas durante el traslado de los prisioneros. Tan sólo la confrontación de los documentos de los victimarios con los testimonios de las víctimas vuelve visible el crimen: pasa al primer plano la perspectiva de las víctimas y sus padecimientos.
Para contrarrestar la pérdida de dignidad, algunos prisioneros lograban dibujar o escribir en secreto. Si eran descubiertos los esperaba la tortura o la pena de muerte.
De los cuarenta dibujos expuestos, la mayoría fue creada bajo las extremas condiciones de vida en el campo. A falta de papel y de pintura, los artistas utilizaban cualquier material: pedazos de papel, el anverso de formularios de la SS, carbón o restos de lápices. Por esa razón, los dibujos originales solían ser de formato pequeño, además fácil de esconder. Para la exposición se ampliaron la mayoría de las imágenes. A fin de documentar los crímenes los prisioneros representaban las diferentes etapas de la denigración al llegar al campo con criterio conscientemente realista. Dominan los esbozos realizados rápidamente a lápiz que muestran a las personas como víctimas despersonalizadas y quebradas.
La presencia del color, como aparece en las acuarelas de los artistas del campo de concentración de Buchenwald, constituye una excepción. Sólo los prisioneros que encabezaban las jerarquías, como los presos políticos, lograban conseguir papel y colores bajo la protección de sus compañeros. Sólo tras la liberación en el año 1945 fue cuando surgieron los dibujos llenos de colores y ricos en detalles, como los de Thomas Geve, Alfred Kantor, Vladislav Sivek y Mieczislav Koscielniak. Sólo entonces se pudo representar artísticamente todo el alcance del terror.
Para la muestra se desistió intencionalmente de exhibir fotos conocidas, "íconos del horror". El hecho de reconocerlas suele llevar a que los observadores, y sobre todo los alumnos, tiendan a dejar de lado el tema por considerarlo conocido. La confrontación de las fotos de la SS y de los documentos con imágenes y citas de los prisioneros da lugar a múltiples interpretaciones. Los testimonios personales permiten un acercamiento emocional, pero también transmiten la distancia irrecuperable entre el observador y la realidad histórica. Cada uno tendrá que descubrir para sí el significado de ese pasado para su propio presente.
La segunda parte de la exposición tematiza las diferencias en los procesos de llegada a los cinco campos de concentración. El ritual fue "testeado" en Dachau, el modelo de los otros campos. Fotografías históricas muestran el recorrido de los prisioneros, reconstruido sobre la base de un plano del campo. Al rediseñarse el funcionamiento del campo, a mediados de la década del treinta, también cambió el procedimiento de ingreso. Ese desarrollo se refleja con detalle en el panel dedicado al campo de Buchenwald, donde se hace hincapié en el papel de los prisioneros políticos al llegar los transportes.
Los sentimientos de las mujeres, especialmente cuando les rasuraban los cabellos o durante la revisión vaginal, aparecen reflejados en las citas y dibujos del campo de Ravensbrück. Inicialmente habíamos pensado en comparar las condiciones de vida y la llegada al campo de hombres y mujeres, pero desistimos para evitar caer en interpretaciones apresuradas. Tampoco queríamos comparar y asignar diferente valor al sufrimiento de unos u otras.
El campo transitorio de Bergen-Belsen ocupa un lugar especial, ya que los judíos destinados al intercambio podían conservar sus pertenencias, sus ropas y sus cabellos.
Un problema actual de la ciudad de Hamburgo fue descubierto por dos alumnos al visitar el sitio conmemorativo de Neuengamme: en los terrenos que otrora albergaron el campo de concentración se levanta un instituto penal.
"¡He vuelto a ser una persona!" - Esta frase de una carta de Ilse Stephan, liberada del campo de concentración de Bergen-Belsen, abre la tercera parte de la exposición, que presenta a sobrevivientes a través de imágenes, datos biográficos, libros o cartas.
En sus recuerdos, esos hombres y mujeres, transformados en números, dan testimonio de los crímenes de los nacionalsocialistas y de todos aquellos que los apoyaron y vitorearon. También dan cuenta de la dignidad humana de los que padecieron ese calvario. La exposición presenta citas y dibujos tomados de esos relatos. Además, los alumnos pidieron más informaciones a todos los sobrevivientes mencionados anteriormente, pero sólo se dan a conocer las respuestas de aquellos que todavía no hicieron sus propias publicaciones.
A través del diseño de los paneles, los alumnos buscaron transmitir cómo conviven los sobrevivientes con el trauma omnipresente, más de cincuenta años después de la liberación, sobre rezagos de cartones de color gris oscuro, pegaron fotos con los bordes quemados que muestran el infierno en los campos de exterminio. Sobre ese fondo se despliegan las informaciones sobre los testigos de la época.
Entre los 22 paneles de la exposición se ubicaron, en orden temático, los objetos artísticos creados por los jóvenes durante su estadía en el sitio conmemorativo de Buchenwald. Honran la memoria de las víctimas y de sus padecimientos, a la vez que establecen una relación entre los acontecimientos históricos y el presente. A modo de "llamados de atención", llevan a que el observador reflexione, asuma una actitud, se entregue emocionalmente a la confrontación y el acercamiento al pasado.
Con ayuda de esos objetos se vuelve posible representar los complejos acontecimientos históricos de manera ilustrativa y condensada. Por ejemplo, se proyectan diapositivas sobre un torso de yeso, que lleva por título "¿Es un ser humano?". Las imágenes reconstruyen la vida de muchos prisioneros en el campo desde el momento en que tuvieron que llevar números identificatorios hasta su muerte.
Con esta exposición, nos proponemos mantener vivo el recuerdo de los crímenes del nazismo, honrar la memoria de las víctimas y respetar sus testimonios personales como admonición para todos los tiempos.